Mikayla Jackson

Mikayla, es una adolescente Argentina, cantante, compositora, cantautora, escritora, youtuber, bailarina, guitarrista, pianista, violinista, diseñadora de moda, productora, estilista, pintora, aditora, y dueña de multiples organizaciones

domingo, 30 de junio de 2019

parte 3 libro


14 de abril, 2018.
Querer ayudar y no poder es una de las frustraciones más grandes que hay. Sólo podemos intentar comprender que cada persona tiene sus propios tiempos para crecer, para aceptar, para entender y para cerrar ciclos. Cuando alguien no quiere ver o escuchar, quizás sólo sea que no puede hacerlo en este momento; y no hay nada que podamos hacer al respecto.
Odio ser tan inútil. Él siempre está ahí para mí. Tengo un problema en el trabajo, él me consigue los abogados. Tengo problemas de autoestima, él se las arregla para hacer sentirme hermosa. Tengo miedo, él lo saca de juego. ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo con él?
El trabajo lo está matando. La disquera quiere, exige, cosas de él, que Zayn simplemente no las va a hacer. Es su vida, su maldita música, su maldito dinero, ¿Por qué no dejarle hacer lo que él quiere?
Esa disquera al principio había sido una salvación para él. No le exigía nada que él no quisiese. Zayn podía componer su música. Podía tener el estilo que él quisiese. Y eso vendió, vaya que medio. Pero lo presionan demasiado.
Eso se suma a que la prensa le odia. Y es mi culpa. Él podría pasar por el rompecorazones de Hollywood, pero gracias a nuestra relación, es tomado por el chico malo de Hollywood.
La disquera lo presiona. La prensa lo presiona. Intentar ocultarme todo esto a mí, era más presión.
Cuando le pregunto que tiene, me dice que nada. No quiero insistir, a mí me gusta que me dejen sola cuando estoy mal, pero él nunca lo hace, así que yo tampoco lo hago. Veo un mensaje en su celular, uno de sus amigos que trabaja con él, dice que su manager esta como un puto loco. Entonces comprendo que lo despidió. Otro motivo de presión.
Se sienta en el sofá y con frustración se lleva las manos al rostro. Entonces me critico a mí misma. Mikayla, coño, ¿Por qué mierda estas aquí si no vas a mover el culo siquiera?
Camino a él, y lo abrazo por atrás del sofá.
-¿día largo?
-no tienes idea-me dice despegando las palmas de las manos de su rostro. Intenta sonreírme, pero no puede. No quiero que intente tranquilizarme. Vuelve su vista hacia delante, no quiere verme.
Llevo mis manos hacia sus hombros, y comienzo a darle un masaje, no se me ocurre algo mejor. Luego de unos segundos, siento como se relaja y apoya más su espalda en el sofá. Sé que esto no va a solucionar sus problemas de trabajo, pero si hará que se aleje de ellos.
Luego de un rato, se despega de mí y se quita la camisa <estamos subiendo el tono>, pienso. Pero se vuelve a recostar sobre el sofá, y le sigo haciendo masajes. Es más fácil sin la camisa.
Le hago masajes en la espalda hasta que me duelen las manos. Cuando me detengo el arroja la cabeza hacia atrás.
-cada día te amo más, cariño-eso me hace sonreír. Vuelvo a abrazarle y le beso, el me lo devuelve.
-¿Qué tal si seguimos en la cama, bebe?-le susurró al oído. Siento su sonrisa en mi mejilla. Atrapa mi cadera en sus  manos y me besa hasta llegar a la recamara.
El resto de la noche bromeamos mientras comíamos pizza vegetariana.
Zayn me era fiel. En la cama él, tenía la sensación física y directa de su devoción hacia mí, tanto como de su amor. Su lealtad fue parte integral de la felicidad de esos meses de verano.
3 de mayo, 2018.
Siempre me llamo la atención la forma en la que cogía la guitarra. No apoyaba sus yemas; clavaba sus uñas en las cuerdas. Era extraño, pero lo hacía único.
Él estaba en silencio escribiendo un par de partituras nuevas en una hoja. Estábamos sentados en el suelo del estudio de grabación de su casa. Él tenía una guitarra entre sus manos, yo una computadora.
Podía asegurar que hacia minutos lo observaba, es que, ¿Cómo no?
Estaba malditamente guapo; llevaba una camisa blanca con los primeros botones sueltos, un leggin negro sin cinturón e iba descalzo. Sus cabellos caían sobre su mirada hacia el suelo donde se encontraban las hojas.
Era una pose desalineada y grunge, pero que le quedaba jodidamente bien.
De la nada, el levanto su vista hacia mí y clavo sus ojos en los míos, tan intensamente que tuve que correr mi mirada de él.
Y él me miraba sonriendo como si yo fuera hermosa, o como si fuera el paraíso, una maravilla o la criatura más bella del universo. Me miraba con esos ojos cafés penetrantes y esa sonrisa sincera y juguetona en los labios. Yo amaba cuando él me miraba así…
-¿me escuchaste?-pregunto. ¿Qué? ¿Había siquiera hablado? Parecí despabilarme en unos segundos-sé que tu vista debe ser perfecta, pero ¿podrías pasarme las plumillas que están tras tuyo?
El infierno debía estar más frio que mi cara en ese momento. Así que simplemente se la pase mientras escuche su risa. Tomo la plumilla en su mano y se acercó a mí.
-eres tan hermosa cuando te sonrojas-y me beso.
13 de mayo, 2018.
Mirábamos una película sentados en el sillón de su casa. Tenía un tazón con galletas y las comíamos en silencio.
Me gustaba cuando estábamos así; sin importar nada, un poco fuera del mundo.
Las parejas siempre parecen tener un afán con conversar todo el rato, y cuando ya no saben que decir, parece ser el momento del problema. Zayn y yo no éramos así.
A veces se generaban silencios inmensos y profundos en la sala, y a ninguno de los dos le molestaba. No eran silencios incomodos. Eran silencios que en su alma decían “cállate, necesito mis momentos para pensar”.
Yo me reía de la película mientras me comía galleta tras galleta. De un momento a otro, sus labios pasaron de posar una leve sonrisa, a casi lanzarse sobre mí y darme un ligero beso en la comisura del labio, para luego lamerlo un poco.
Y así de rápido como paso, se acabó. Alejo su cara de la mía y me miro divertido.
-tenías migajas de galleta en los labios, debía quitarlas-dijo mirando al frente con su sonrisa de maniático.
-y que manera de quitarlas, de haberlo sabido antes me hubiera embarrado de galletas por todos lados-en el instante que lo dije me arrepentí. Zayn se carcajeo roncamente, yo me puse de todos los colores.
Luego cogió mi mentón con sus manos y me dio un beso intenso.
-te amo tanto querida. El amor tiene una cualidad especial entre tantas otras; hace perfecto lo que ya de por si es bueno. Y tu cariño, eres maravillosa.
-sigue-le dije como en un sueño-dime más. Es maravilloso ser amada por un hombre como tú. Muchos dicen “te amo” una vez, como quien se compromete por escrito firmando un documento y eso es todo.
-muchos se pierden uno de los placeres del amor, entonces.
21 de junio, 2018.
-hoy no podré verte, nena-me dijo tras el teléfono-tengo mucho trabajo, no podré ir a la cuidad.
Eso me entristeció bastante, era el primer día que no nos íbamos a ver desde que trabajaba en el álbum, pero no iba a demostrar mi tristeza.
-tranquilo Zayn, trabaja mucho-me despedí. Él se rio.
-tú también, cariño-y colgó. Suspire y salí de casa.
Pase todo el día en la sala de coreografías ensayando un baile para la nueva canción. Hoy por alguna razón no tenía ganas de nada.
Cuando estuve cansada, me senté en el piso del estudio y cogí el celular. Y ese día hice por primera vez lo que supe por el resto de mi vida que no debía hacer: busque mi nombre en twitter.
¿Saben cuándo un artista dice que puedes tener cientos de mensajes de apoyo pero cuando tienes uno malo, se queda en tu mente? Bueno, es verdad.
La gente parecía odiarme más de los que me querían. Odiaban mi forma de ser, odiaban nuestra relación.
Nunca me importo lo que la gente dijera de mí. Pero venia teniendo no exactamente la mejor semana de mi vida, y algunos mensajes eran fuertes.
Sin darme cuenta ya había caído una lágrima de mi mejilla. ¿Por qué? Yo nunca lloraba. Debía estar estresado por tanto trabajo.
Luego de unos minutos, mi celular sonó. Lo deje y seguí ensayando. Volvió a sonar, y unas dos veces más. Lo deje sonar. Me terminé duchando y antes de irme a casa, sonó una vez más, esta vez lo cogí.
-hola, ¿Mikayla?-dijo Zayn entre preocupado y enfadado desde el otro lado de la línea. Intente estabilizar mi voz.
-hey-dije con falsa alegría pero mi voz sonó demasiado temblorosa, y él lo noto.
-mierda, ¿Qué te pasa, Mikayla? Voy enseguida-dijo precipitado-¿es culpa mía, por no ir? Lo siento, lo siento tanto-dijo casi gritando. Me hizo reír su preocupación acelerada.
-no seas bobo, estoy bien, solo…  estoy un poco agitada, estuve ensayando.
-no me mientas-dijo seco.
-no lo hago, bebe. Estoy bien, ¿para qué llamabas?-cambie de tema.
Pero en el resto del día no volví a llorar. Lo único que necesitaba era escuchar su voz.
Pero en cierto modo eso me hizo sentir miedo, autentico miedo, por la forma en la que me estaría haciendo emocionalmente dependiente de Zayn.
10 de julio, 2018.
De papá, todo es de papá, no importa quién seas importa hijo de quién sos. El hijo de papá hace y dice lo que quiere porque de última viene papá y paga los platos rotos. 
La vida es una ruleta y hay pocos números ganadores, seguro que vas a perder salvo que seas un príncipe o el hijo del presidente. 
Si existiera la cigüeña yo me haría un guiso de cigüeña porque ella es la culpable de todo. Depende de dónde te deje, tu vida va a ser buena o un infierno. 
Pero si no sos hija del rey hay otra manera de ser princesa... casarte con un príncipe. 
En la vida nada es real, todo es virtual, depende del vestido que te pongas la fiesta a la que podes entrar. 
Todo depende de qué pieza te toco ser del ajedrez, si te toco ser reina o si te tocó ser peón tu vida va a ser muy distinta. 
Lo sueños y los deseos son engaños para que por un rato te sientas una princesa y te olvides que sos cenicienta. Pero tarde o temprano se hacen las 12 y el vestido son trapos. 
Todos somos el dibujo de un pintor, alguien decide qué lugar vamos a ocupar dentro de la pintura. 
En la vida hay dos clases de personas, actores y espectadores a uno le pasa todo lo bueno, los otros, miramos. 
La libertad es una ilusión nadie hace lo quiere, ni siquiera lo que puede. Todos hacemos lo que otros quieren. 
Estoy harta que las miradas se la lleven otros, que el amor sea para otros, que la felicidad sea para otros. 
El mundo es de los otros. Pero no, eso que está ahí y parece al alcance de las manos jamás lo vamos a tener. 
Los privilegiados, los elegís, nunca pierden. 
¿Estas cansada de ser una espectadora? Anda y se protagonista. ¿Queréis algo? Pelea por eso. No eres la casa donde naciste, sos la casa dónde vos construyas. Vos no sos los padres que te tocaron, son los aliados que vos elegís. Rompé ese espejo que te devuelve esa misma imagen de vos, elegí ser otra, poder elegir eso es mucho más que un privilegio. Vos no sos tu destino, sos el camino que vos mismo te abrís. Hasta el hijo del presidente sufre, teme y necesita lo mismo que vos. No hay privilegiados, hay privilegios. Y al privilegio del amor todos tenemos acceso.
20 de agosto, 2018.
Estaba intentando escribir mis partituras en la planilla, pero los insistentes besos de Zayn en mi cuello me distraían.
-joder, Zayn, deja de besarme-el me miro a los ojos unos segundos con su sonrisa burlona.
-eres lo más adorable que he visto en mi vida-me explico luego de unos segundos-si te gustan, ¿Por qué me pides que lo deje? Tu lógica es fascinante.
-lo descarado que eres es aún más fascinante-lo contradije iracunda, él sonrió.
-¿Qué quieres decir?-frunció el ceño, como si me amenazara con ello. Yo puse los ojos en blanco.
-¿siempre vas así por la vida sin tomarte en serio nada de tu trabajo?-él se rio.
-tu deberías saberlo, eres mi novia, vives todos los días conmigo dímelo tú, ¿crees que no me tomo en serio mi trabajo?
-creo que no te tomas en serio nada-explique-es casi injusto, yo y otros artistas nos matamos ensayando y trabajando para tener el éxito que tenemos, para ti una botella de tequila es suficiente para componer todo una álbum-dije casi indignada. El me miraba como si fuera un enigma ante sus ojos.
-no es tan sencillo para mí. No es solo la botella de tequila, amor. Soy  fiel a mi musa, la mejor musa que he tenido-fruncí el ceño.
-¿a si? ¿Y cuál es tu musa, señor “soy tan perfecto”?-él sonrió ante mi comentario.
-tu eres mi musa-y termino besándome.

libro parte 2


25 de diciembre, 2017.
Querido hombre perfecto: tú me conoces, y yo a ti. Es decir, creo que te conozco, pero aún confío en mi misma para decir que me conoces. Las mujeres suelen fijarse en ti a primera vista y sé que a eso ya estás acostumbrado, pero si te conociera como yo lo hago, te amarían, o te odiarían.
Primero que nada debes saber qué es lo que una chica piensa de ti, lo que de seguro cambiará tu forma de pensar. Eres un chico con perfectas medidas, de hecho no las necesitas y aunque encuentres siempre algún defecto en tu físico, eso no hará sino destacarte.
Más allá del físico, lo importante eres tú. Dicen que nunca debes subestimar a un libro por su portada, esto es exactamente lo mismo. Necesito a un hombre con actitudes de hombre, que sea capaz de escuchar y ser fuerte. Que actúe como un hombre y no como un niño caprichoso.
Que con la mirada transparente su forma de ser, pero que también sea enfático con lo que quiere conseguir en la vida, que tenga metas y objetivos con los que se apasione. Lo que realmente convierte perfecto a un hombre perfecto, eres tú.
Yo describía a Zayn como un buscador. Un buscador es alguien que busca, no que necesariamente encuentra.
Tampoco es alguien que necesariamente, sabe lo que está buscando, es alguien simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Siempre me gustaron las personas que saben lo que quieren. Y nunca he conocido a alguien más decidido y seguro de sí mismo como lo es Zayn. Siempre tiene una opinión para todo, y siempre te responde cuando le preguntas “que opina si…”. Ese aspecto suyo le daba un gran aire de superioridad y lo hacía ver como un controlador. Pero te daba una sensación de seguridad cada vez que te abraza de una manera protectora.
Es el ser humano que admiro más que nadie en el mundo por sus logros en la vida. Es la clase de persona que quiere algo, y no importa que tenga que hacer para conseguirlo, lo consigue. Sea eso bueno o malo
Es un hombre seguro que sabe lo que puede alcanzar y lucha por conseguirlo cada día porque tiene la capacidad de lograrlo.
Me sentía fascinada con Zayn y no podría decir hasta qué punto esa fascinación era puramente intelectual. Imposible aislar en Zayn, los rasgos que componían su atractivo; el brillante despliegue de su mente y sus palabras, el placer de merecer su atención y la excitación física que provoca su proximidad. Esos rasgos se fusionan en un todo compulsivo. Cualquier chica no podía menos que decirse “que hombre”.
La vida con él era una intrincada, confusa, tiránica, fascinante mezcla de lo controlado y lo impulsivo.
El hombre de mis sueños era Zayn.
3 de enero, 2018.
Él era un chico malo. Siempre llevaba consigo ese aire de superioridad, parecía que nadie estaba a su altura. Era guapo, joder que lo era. Tenía un buen estilo, el que hace que te babees. Su mirada era penetrarte, intentando descubrir un laberinto en tus ojos. Su sonrisa era coqueta, con la cual podría conquistar a cualquier mujer.
Su esencia era distinta a todos, imposible no reconocerlo.
Su presencia hacia desvanecer a los demás de su entorno, como si de verdad el universo girara a su alrededor.
Inconscientemente, no se puede evitar quedar atrapada admirando su belleza.
Su esencia masculina y su tranquilidad atraían demasiado. Su cabello castaño y despeinado lo hacían lucir un tanto irresistible.
Sus facciones eran duras. Y su mirada angelical. Te abre el alma con solo ver tus ojos. Pero detrás de esa mirada, se escondía un hombre malo, que disfrutaba ver a la gente que no quería sufrir, que no creía en el amor pero aun así no titubeaba al decir te amo. Y a pesar de esos “te lo advierto” que gritaba su mirada, me quedaba observándolo. Y fue entonces, cuando descubrí que no podía mirar a nadie como lo miraba a él.
Pero era un chico malo, vaya que lo era. Emanaba peligro por todos sus poros. Nada le asustaba. Dominaba a la vida como quería. Su estilo, su mirada, su sonrisa, todo tenía la inscripción <aléjate de mí> plasmados en ella. Pero vaya que eso atraía.
Me enamoré de un chico malo, sí yo también caí ante la figura de un joven que hacía sus “travesuras”, que tenía carácter fuerte y todos respetaban, que no me merecía en lo absoluto.
Y claro que me dio curiosidad al principio, porque era algo nuevo para mí, y parecía que no solo para mí, sino para todas. Me fijaba en el por la percepción de seguridad que proyectaba: sin miedos, sin enredos, sin claros y desafiante. Fui criada en un hogar con muchas reglas y valores, y lo menos que mi familia iba a aceptar era ese chico malo para su niña buena.
El hacía que todo en mi temblara, su voz seductora, sus movimientos bruscos, su actitud condescendiente, todo en el me volvía loca.
Chico malo, mírame. Chico malo, déjame ver tus ojos marrones, y tu inconfundible sonrisa. Enséñame tu posé arrogante y tu sonrisa burlona.
Cuando te dicen “chico malo” solías creer que es ese hombre desagradable que no respeta a las mujeres y es, como lo dice su apodo, mala persona. Pero no es ese tipo de chico del que hablaré. Existe otro, ese que es rebelde,  ese que tiene un aspecto de inalcanzable, por muy encantador que pueda ser. Las chicas suelen rodearlo, pues algo les llama la atención de este chico. Pero él no hace caso, sólo se deja querer, si puedo decirlo así.
Tiene una sonrisa excepcional que no logra reflejar toda esa triste historia que suele tener siempre escondida tras sus ojos. Es extrovertido, pero nunca se da a conocer a totalidad con todo el mundo, pues tiene ese toque de misterio único y esa mirada penetrante que te cautiva y provoca que quieras acercarte a él.
“No soy un chico malo” solías decir. Dime que eres un chico malo y te diré que eres un chico bueno.
Dime que eres sincero y buen chico y te diré que eres un cabrón.
 Y caí en su juego. Pero el no tardaría de caer en el mío.
-¿me vez como un chico malo?-me preguntó con voz burlona.
-¿y tú como me vez a mí?-le evadí.
-como un misterio.
-ese es el cumplido más raro que me han hecho nunca.
-no es un cumplido, es una amenaza.
-¿y eso?
-los misterios hay que resolverlos, averigua que esconden.
-a lo mejor que decepciona ver que hay dentro.
-a lo mejor me sorprendo, y tú también.
-¿Cómo vas a ser feliz con alguien que te trata como una persona normal?
-cariño, créeme, tú no tienes nada de normal. ¿Nadie te ha dado un cumplido antes?
-no. Muchos chicos piensan en mí como un concepto. O que los completo, que los voy a hacer sentir vivos. Pero la realidad es que soy una chica jodida que solo busca la paz de su mente.
11 de febrero, 2018.
Era oficialmente nuestra primera salida juntos en público, con los demás chicos.
Decidimos ir a beber un poco a un bar. Aun no me acostumbraba al 100% su compañía. Eran tan fuera de mi mundo, que dudaba alguna vez acostumbrarme a ellos. Me gustaba ver como por primera vez, entraba a un lugar y las personas daban nota de ello. Su grupo tenía una presencia que hacía que todos volteasen a ellos, un fuego vivo en su mirada.
-vamos, siéntate, no mordemos-dijo Harry haciendo palmadas al asiento a su lado.
-aún-agrego Zayn llevándose un cigarrillo a los labios.
Sonreí y me senté donde me indicaron, pero la verdad, es que me cagaba de los nervios.
-te ves jodidamente bien-me susurro Zayn al odio. Eso me puso aún más nerviosa, pero debía seguir en compostura.
-no me gustan los piropos-él sonrió.
-pues tendrás que acostumbrarte-dio otra calada al cigarrillo-en unos días tendré que volver a irme, tengo una premiación, vendrás conmigo-abrí los ojos.
-no creo que sea buena idea….-me interrumpió.
-no detecte pregunta en lo que te dije.
-Zayn, no sé si será una buena noticia para los paparazzis y eso…
-no puede importarme menos-dijo aun sin expresión.
-¿Por qué quieres que vaya?
-porque cada vez soporto menos estar lejos de ti.
Lo vi sentarse a mi lado del sillón y prendió un cigarrillo. A mi otro costado había una pareja besándose. El ambiente olía a alcohol.
Siempre era todo tan desenfrenado, con aire peligroso, impredecible.
¿De veras era ese el área donde quería estar? Si no era así, ¿Por qué aún seguía allí?
¿Por él? ¿O era el por quien dudaba si quería estar allí?
No encajaba, y lo notaba, pero sentía que no me podía ir de allí. Zayn no era quien yo pensaba, tampoco yo era quien él pensaba, entonces, ¿Por qué no me alejaba?
¿Sería por la fama que me daba, o por los flashes que estaban detrás de mí cuando estaba con él?
Era muy fácil usar a una persona, pero el problema era que yo sabía, que si me quedaba mucho más tiempo, iba a ser yo la que dependiera de él.
4 de marzo de 2018.
No iba a quedarme en casa llorando toda la tarde por lo que había pasado. Debía volver a formar mi vida una vez más.
El me escucho, me escucho teniendo una conversación con una amiga. Se cabreo y me dijo, dijo que no quería volver a verme. ¿Cómo pude haber sido tan boba como para no fijarme que la puerta estaba abierta?
Me negaba a creer que estaba con él solo por el dinero, cuando él se fue y me dejo, sentí un vacío interior que el dinero nunca me habría dejado.
Quería a mi Zayn, no a lo que viniera con él.
Volví a su casa, él me dijo que tendría que quitar todas mis cosas de allí. Pero yo sabía que no iba por eso.
Pero Zayn no quería escucharme.
-Hare todo lo que quieras para que no me dejes, yo de verdad te quiero-él me miro con una vista baja. Se recargo contra la pared y me miro con descendiente.
-vale, quítate la ropa-me había quedado petrificada ante tal declaración-¿de verdad quieres estar conmigo? Esa es la única forma.
Lo mire por unos segundos intentando encontrar en su mirada una pizca de broma, pero no la encontré.
Nunca imagine convertirme en la putilla que folla antes de tener algo serio con el tío. Pero no tuve opción, lo amaba, de veras lo hacía. Él me dijo que si no lo hacía me dejaría. Luego me di cuenta que en realidad no sería así.
Mi primera vez había sido con un chico que no me quería, y dudo que me respetara, al menos por ese entonces. Pero hoy no me arrepiento.
Si, lo admito, y él también lo hacía. No había sido lo más romántico del mundo, el siquiera había sido gentil, la amabilidad no es lo suyo. Nunca lo fue, ni nunca lo será.
Yo había metido la pata días antes, lo había engañado, le había mentido, el parecía odiarme, pero no podía hacer que se aleje de mí.
Su plan era herirme. Usarme a su antojo. Saciar aquello que yo cada día provocaba intencionalmente y que nunca dejaba completarlo. Ahora él tenía el control.
Pero al parecer sus planes le fallaron. Estaba claro que no podría herirme. Cuando estuvo a punto de lastimarme y tras decir <eres una zorra, no puedo creer lo que estás haciendo> me miro con dulzura, había ternura en sus ojos. Preocupación, remordimiento.
Él había querido herirme como yo lo había hecho, pero no pudo hacerlo. Lo sabía, sabía que me quería. Y ahora no lo podría negar.
Entonces me termine entregándome a él toda la noche.
Al otro día me dijo que fuera su chica.

capitulo 1, 2 y 3


Parte 1: Fragmentos de mi diario íntimo.
15 de diciembre, 2017.
Hay un estilo de enamoramiento apabullante: el flechazo. Tú lo ves desde el otro lado de una habitación atestada de gente, vuestros ojos se encuentran y a ti te inunda ese estremecimiento. Cuando él está cerca de ti empiezan a sudarte las manos; el corazón se te acelera; parece que todo cobrara vida en tu cuerpo.
Es el sueño de la felicidad, de la realización sexual, de la plenitud. Ese es el hombre que sabrá apreciarte y comprenderte. Sólo estar junto a él es emocionante, maravilloso. Y cuando todo eso sucede, arrasa contigo. Es lo que solemos llamar amor romántico.

Estaba muerta de nervios. Mis piernas y manos temblaban. Estaba al lado de uno de los hombres más ricos, guapos, y famosos del mundo. No sabía que esperarme de ese día.
¿Sería amable? ¿No tendría mínimo interés en mí? ¿Sería arrogante? ¿Qué estaría esperando él de aquel día? Es una pregunta que aún me encuentro haciéndome una y otra vez.
Entramos a una cafetería que estaba bajo una escultura de Sullyvan, de Monster inc. No imaginaba nada más romántico que conocerlo dentro de un parque de atracciones-véase el sarcasmo-.
-¿Por qué no eliges una mesa mientras voy a pedir? ¿Qué quieres tomar? - me pregunta, educado, pero seco.
-Tomaré… eh… un jugo de naranja -Alza las cejas.
- ¿No quieres un café?
-No me gusta demasiado el café.
-Muy bien- y se dirige a la barra sin una palabra más. Levanto un poco la vista y lo miro furtivamente mientras espera en la cola a que le sirvan. Podría pasarme el día mirándolo… en las pocas palabras que habíamos intercambiado, se había mostrado amable, bastante diría yo. Pero aun así no era el tipo que veía en entrevistas, o videos. No parecía ser tan risueño. Supongo que solo hace esto porque se obligado. Tenía que intentar acercarme más a él. ¿De qué podría hablarle? ¿Si le molestaba mucho pensaría que soy insoportable? ¿Por qué me preocupaba tanto si el siquiera debía de haberle cruzado yo por la mente? No me gusta el rumbo que están tomando mis caprichosos pensamientos.

-Un dólar por sus pensamientos- Zayn ha vuelto y me mira fijamente. Me pongo colorada. Solo estaba pensando en qué carajo podía hacer para que este día no sea completamente incómodo. Niego con la cabeza.
-Pareces nerviosa cuando estás con hombres- Maldita sea, es algo personal. Solo me pongo nerviosa con, casi todo el mundo.
-Pues, esto me resulta algo intimidante- Me pongo colorada, pero mentalmente me doy palmaditas en la espalda por mi sinceridad y vuelvo a contemplarme las manos. Lo oigo respirar profundamente.
-De modo que te resulto intimidante -me contesta asintiendo-eres muy sincera. Vamos, no bajes la cabeza, por favor. Me gustaría verte a la cara-Lo miro y me dedica una sonrisa alentadora, aunque irónica. Supongo que estaba acostumbrado a niñatas tontas como yo. Solo trataba de ser amable, pero no lo era, lo presiento.
-Eso me da alguna pista de lo que puede estar pensando -me dice- Eres un misterio, Mikayla. -¿Un misterio? ¿Yo? No puedo evitar reírme irónica.
-No tengo nada de misteriosa.
-No misteriosa, contenida, quizá -murmura. ¿De verdad? Uau… ¿cómo lo consigo? Es increíble. ¿Yo, contenida? Imposible. -Menos cuando se ruboriza, claro, cosa que hace a menudo. Me gustaría saber por qué se ha ruborizado-Se mete un trozo de magdalena en la boca y empieza a masticarlo despacio, sin apartar los ojos de mí. Y, como no podía ser de otra manera, me ruborizo. ¡Mierda!

-¿Siempre haces comentarios tan personales? - supongo que con ese comentario estaba esperando algo así como “No me había dado cuenta de que fuera personal. ¿La he ofendido?” pero lo que conseguí fue…
-créeme que podría ponerme más personal -genial, los temblores comenzaron otra vez.
-Y tú eres un poco arrogante- Alza una ceja y, si no me equivoco, también él se ruboriza ligeramente.
-Suelo hacer las cosas a mi manera, Mikayla -murmura- es todo.
No lo dudo. Me sorprende mi osadía. ¿Por qué la conversación se pone tan seria? Las cosas no están yendo como pensaba. No puedo creerme que esté mostrándome tan hostil hacia él. Como si él intentara advertirme de algo.
-¿eres hija única? -me pregunta. Vaya… Ahora cambia de conversación.
-No hace 4 años-sonríe.
-sí, me olvidaba, creo que leí algo de eso en tu carta.- carraspeo la garganta-Hábleme de sus padres.
¿Por qué quiere saber cosas de mis padres? Es muy aburrido.
-¿Por qué mis padres? Es un raro tema de conversación-volvió a sonreír.
-una manera de hacer la conversación más personal-toma su taza de té-lo lamento. Estoy acostumbrado a tratar con gente de la empresa, ases bajo la manga cuando tienes que entrevistar a alguien-levante mi ceja.
-¿así que intentas entrevistarme?-baja su taza y esta vez, es el quien levanta una ceja-mis padres viven juntos en una provincia poco lejos de aquí. Ella es secretaria de un médico, y mi papa tiene una empresa de limpieza. Ambos tienen 38, y no se me ocurre que más decir.
-vaya son jóvenes-dijo el sonriendo.
-sí, me lo dicen usualmente.
-déjame ver si entendí. Si no me equivoco, te tuvieron cerca de los 19 años, y ¿aún siguen juntos?-asentí-vaya, yo ni siquiera puedo recordar a veces cuando mis padres estaban juntos-sonríe, pero creo que logro ver algo de tristeza en aquella sonrisa.
-no sabía que tus padres estaban separados.
-si bueno, ya era hora, supongo-rió bajo y volvió a beber su taza.
-Ahora cuéntame de tus padres -le pido. Se encoge de hombros.
-Mi padre es abogado, y mi madre, bueno, digamos modelo. Mi madre vive en Seattle y mi padre, pues, creo que ahora debe estar por Francia-Ha crecido en una familia acomodada. Pienso en una exitosa pareja que tiene a tres niños, y uno de ellos llega a ser un hombre guapo que se mete en el mundo de los negocios y lo conquista sin ayuda de nadie.
-Me han dicho que París es preciosa -me encojo de hombros. Parece un poco cohibido hablando de sus padres, así que solo cambio el tema.
-yo solo creo que está sobrevalorada-ahí está otra vez ese fuego arrogante- ¿Has estado? -me pregunta olvidando su enojo.
-Nunca he salido de Argentina.
-¿te gustaría ir?
-¿A París? ¿A quién no le gustaría ir a París?-él sonríe.
Tiene una bonita sonrisa.
-¿sabes por qué estás aquí, Mikayla?-me pregunta de repente él. ¿A qué se refiere?
-¿Por qué gane un concurso?-digo algo confusa, sonríe de lado.
-estas aquí porque te elegí. Me gusto tu carta-me dice directo. Joder, empiezo a sudar.
-vaya, yo creía que eso era pura organización, y que no habías leído ni una carta-esta vez ríe, y cada sonido que sale de su boca me embriaga.
-se te notaba bastante directa. Casi que criticando todo, pero bastante sencilla. Soy un hombre de negocios, supongo que me dedico a analizar a las personas. Y me gusta decir que no me has decepcionado.
21 de diciembre, 2017.
Uf, todo daba vueltas.
Al final, conocer a Zayn había sido un éxito, completo. Me sorprendieron mis nuevas capacidades de sociabilización.
A la noche del primer día, fuimos al bar de su hotel y tomamos un par de bebidas, más que un par. Y fue la primera vez que me emborrache.
La cabeza me daba vueltas. Tuve que agarrarme al respaldo de la silla. Los cócteles con tequila no son una buena idea.
Nos reímos, bailamos, y cuando él se va buscar más copas, siento que las que ya tengo dentro de mi sistema hacen efecto.
Mierda. Antes de poder decir nada, siento una arcada y me inclino hacia delante. Mi cuerpo no puede seguir tolerando el alcohol y vomito en el suelo aparatosamente.
Zayn me sujeta el pelo, me lo aparta de la cara y suavemente me lleva hacia un parterre al fondo del aparcamiento.
Observo agradecida que está relativamente oscuro.
-Si vas a volver a vomitar, hazlo aquí. Yo te agarro.
Ha pasado un brazo por encima de mis hombros, y con la otra mano me sujeta el pelo, como si quisiera hacerme una coleta, para que no se me vaya a la cara. Intento apartarlo torpemente, pero vuelvo a vomitar… y otra vez. Oh, mierda… ¿Cuánto va a durar esto? Aunque tengo el estómago vacío y no sale nada, espantosas arcadas me sacuden el cuerpo. Me prometo a mí misma que jamás volveré a beber. Es demasiado vergonzoso para explicarlo. Por fin dejo de sentir arcadas.
Debe de ser el peor momento de mi vida. La cabeza sigue dándome vueltas mientras intento recordar un momento peor. Me arriesgo a lanzarle una rápida mirada. Me observa fijamente con semblante sereno, inexpresivo.
Mierda, mierda. ¿Qué puedo decirle? Puedo disculparme por haberle estropeado la noche.
-Lo siento-susurro mirando fijamente al suelo.
-¿Qué sientes, Mikayla?
Maldita sea, quiere su recompensa.
-Sobre todo. Estar molestándote. Estar mareada. Uf, la lista es interminable-murmuro sintiendo que me pongo roja. Por favor, por favor, que me muera ahora mismo.
-A todos nos ha pasado alguna vez, quizá no de manera tan dramática como a ti-me contesta secamente-supongo que no soy quien para regañarte por estar borracha, porque solo estas borracha, ¿no es así?-asiento rápidamente cuando dice aquello, su semblante se relaja.
De verdad que no entiendo por qué está aquí. Empiezo a marearme. Se da cuenta, me agarra antes de que me caiga, me levanta y me apoya contra su pecho, como si fuera una niña. Prácticamente para él, lo era.
-Vamos, te llevaré a la habitación-murmura e instantáneamente me pongo nerviosa y niego con la cabeza.
¿A qué se refería con llevarme a su habitación? No estaba planeado nuca que pasaríamos más de un día juntos, ni que durmiera con él.
-¿Has traído chaqueta o bolso?
-Sí, las dos cosas. Zayn, por favor, estoy bien, solo...-no me deja terminar y entra a la barra aun conmigo en brazos.
Me siento débil, todavía borracha, incómoda, agotada, avergonzada y, por extraño que parezca, encantada de la vida.
Cuando logre mantenerme en pie, cogí mi chaqueta.  Me doy vuelta, Zayn está apoyado en el marco de una puerta a un metro de mí con la mirada intranquila.
Qué autoritario. Se pasa la mano por el pelo rebelde. Parece nervioso, enfadado. ¿Qué le pasa aparte de que tenga que cargar con una niña estúpida y borracha?
Zayn era uno de esos hombres para quienes la descripción de “buen mozo” es inadecuada y que solo puede llamarse hermoso.  Desde que lo conocí me lo pase viéndolo cantar y reír, con una pasión reverente que, más prosaicamente, ante la vista de cualquier mujer podría traducirse como “este es para mí”.
22 de diciembre, 2017.
Todo está en silencio, con las luces apagadas. Estoy muy cómoda y calentita en esta cama. Qué bien… Abro los ojos, y por un momento estoy tranquila y serena, disfrutando del entorno, que no conozco. No tengo ni idea de dónde estoy.
El cabezal de la cama tiene la forma de un sol enorme. Me resulta extrañamente familiar. La habitación es grande y está lujosamente decorada en tonos marrones, dorados y rojos. La he visto antes. ¿Dónde? Mi ofuscado cerebro busca entre sus recuerdos recientes. ¡Maldita sea! Estoy en el hotel Malik… en una suite.
Estoy en la suite de Zayn Malik. ¿Cómo he llegado hasta aquí?
Poco a poco empiezan a torturarme imágenes fragmentarias de la noche. La borrachera -oh, no, la borrachera-, la vomitera -oh, no, la vomitera.
No recuerdo cómo he llegado aquí. Llevo puesta la camiseta, el sujetador y las bragas. Ni calcetines ni vaqueros. Maldita sea.
Echo un vistazo a la mesita de noche. Hay un vaso de zumo de naranja y dos pastillas. Con el cartel de “bébeme” Ibuprofeno. El obseso del control está en todo. Me incorporo en la cama y me tomo las pastillas. La verdad es que no me siento tan mal, seguramente mucho mejor de lo que merezco
Oigo unos golpes en la puerta. El corazón me da un brinco y no me sale la voz, pero aun así Zayn abre la puerta y entra.
Vaya, ha estado haciendo ejercicio. Lleva unos pantalones de chándal grises que le caen ligeramente sobre las caderas y una camiseta gris de tirantes empapada en sudor, como su pelo. Me siento como una niña de dos años. Si cierro los ojos, no estoy.
-Buenos días, Mikayla. ¿Cómo te encuentras?
-Mejor de lo que merezco-murmuro-¿Cómo he llegado hasta aquí?-le pregunto en voz baja, compungida.
Se sienta a un lado de la cama. Está tan cerca de mí que podría tocarlo, podría olerlo. Madre mía… Sudor, gel y Zayn. Un cóctel embriagador, mucho mejor que el margarita, y ahora lo sé por experiencia.
-Después de que te desmayaras no quise poner en peligro la tapicería de piel de mi coche llevándote a otro lugar, así que te traje aquí-me contesta sin inmutarse.
-¿Me metiste tú en la cama?
-Sí-me contesta impasible.
-¿Volví a vomitar?-le pregunto en voz más baja.
-No.
-¿Me quitaste la ropa?-susurro.
-Sí.
Me mira alzando una ceja y me pongo más roja que nunca.
-¿No habremos…?
Lo digo susurrando, con la boca seca de vergüenza, pero no puedo terminar la frase. Me miro las manos.
-Mikayla, estabas casi en coma. La necrofilia no es lo mío-me contesta secamente.
-Lo siento mucho.
Sus labios esbozan una sonrisa burlona.
-Fue una noche muy divertida. Tardaré en olvidarla.
Yo también… Oh, está riéndose de mí, el muy… Yo no le pedí que viniera a buscarme. No entiendo por qué tengo que acabar sintiéndome la mala de la película.
-¿Cenaste ayer?
Su tono es acusador. Niego con la cabeza. ¿Qué gran pecado he cometido ahora? Se le tensa la mandíbula, pero su rostro sigue impasible.
-Tienes que comer. Por eso te pusiste tan mal. De verdad, es la primera norma cuando bebes.
Se pasa la mano por el pelo, pero ahora porque está muy nervioso.
-¿Vas a seguir riñéndome?
-¿Estoy riñéndote?
-Creo que sí.
-Tienes suerte de que solo te riña.
-¿Qué quieres decir?
-Bueno, si fueras mía, después del numerito que montaste ayer no podrías sentarte en una semana.
Lo miro con expresión ceñuda. ¿Qué le pasa? ¿A él qué le importa? Si fuera suya… Bueno, pues no lo soy. Aunque quizá me gustaría serlo. La idea se abre camino entre mi enfado por sus arrogantes palabras. Pero esperen, ¿a qué se refería estrictamente con “ser suya”?
Antes de seguir pensado, veo como en la mesita de luz hay dos sándwiches calientes, tomo uno y lo muerdo. Supongo que si me los dejo al pie de la cama, no le importa que coma allí.
El me mira por unos segundos más. De repente, apoya sus manos sobre la cama y se abalanza hacia mí. Se detiene centímetros de mi cara, mira mis manos, y muerde el sándwich que acababa de sacarme de la boca.
-Voy a ducharme. Termina el desayuno-me susurro.
Joder contigo, Zayn Malik.
Él sabía perfectamente que su cercanía me ponía nerviosa, y lo aprovechaba lo mejor que podía.
Se mete en el cuarto de baño y cierra la puerta. Suelto el aire que he estado reteniendo. ¿Por qué es tan alucinantemente atractivo? Ahora mismo me metería en la ducha con él. Nunca había sentido algo así por nadie.
Me tumbo sobre las suaves almohadas de plumas. Si fueras mía… Ay, ¿qué estaría dispuesta a hacer para ser suya? Luego de unos minutos salgo de su cama y busco frenéticamente mis vaqueros. Se abre la puerta del cuarto de baño y aparece él, mojado y resplandeciente por la ducha, todavía sin afeitar, con una toalla alrededor de la cintura, y ahí estoy y o… en bragas, mirándolo boquiabierta y sintiéndome muy incómoda. Le sorprende verme levantada.
-Si estás buscando tus vaqueros, los he mandado a la lavandería-me dice con una mirada impenetrable-Estaban salpicados de vómito.
-Ah.
Me pongo roja. ¿Por qué demonios tiene siempre que pillarme descolocada?
-He mandado a mi chofer a comprar otros y unas zapatillas de deporte. Están en esa bolsa.
Ropa limpia. Un plus inesperado.
-Bueno… Voy a ducharme-musito-Gracias.
¿Qué otra cosa puedo decir? Cojo la bolsa y entro corriendo en el cuarto de baño para alejarme de la perturbadora proximidad de Zayn desnudo.
Luego de bañarme, me visto rápidamente. La ropa me quedo perfecta, que escalofriante que hayan dado en mi talla.
-Este color te sienta muy bien-es lo primero que me dice cuando salgo a la habitación.
Me ruborizo y me miró fijamente los dedos.
-¿Sabes? Deberías aprender a encajar los piropos-me dice en tono fustigador.
-Debería darte algo de dinero por la ropa.
Me mira como si estuviera ofendiéndolo. Sigo hablando.
-no quiero que me vengas con modales-frunció el ceño.
-No se trata de eso. ¿Por qué tendrías que comprarme esta ropa?
-Porque puedo.
Sus ojos despiden un destello malicioso.
-El hecho de que puedas no implica que debas-le respondo tranquilamente.
Me mira alzando una ceja, con ojos brillantes, y de repente me da la sensación de que estamos hablando de otra cosa, pero no sé de qué.
-¿Está riéndose de mí, señorita Jackson?- Ladea la cabeza y creo que parece divertido, pero es difícil saberlo. Me ruborizo y desvío la mirada. No puedo mirarlo a los ojos cuando habla en ese tono. -Me gustaría morder ese labio-susurra turbadoramente. No soy consciente de que estoy mordiéndome el labio inferior. Tras un leve respingo, me quedo boquiabierta. Es lo más sexy que me han dicho nunca. El corazón me late a toda velocidad y creo que estoy jadeando. Dios mío, estoy temblando, totalmente perdida, y ni siquiera me ha tocado. Me remuevo en la silla y busco su impenetrable mirada.
-¿Por qué no lo haces?-le desafío en voz baja. Él sonríe de lado.
-no creo que quieras jugar con fuego, Mikayla- coge su chaqueta.  Sale de la habitación no sin antes ordenarme que lo siguiera.
-¿Dónde has dormido?-Me giro para mirarlo. Y romper el silencio que había entre nosotros dirigiéndonos hacia lo que parecía ser el ascensor.
-En mi cama -me responde, de nuevo con mirada impasible.
-Oh.
-Sí, para mí también ha sido toda una novedad -me dice sonriendo. -Dormir con una mujer… sin sexo.
Sí, dijo « sexo». Y me ruborizo, por supuesto.
Es la persona más enigmática que he conocido nunca. Caigo en la cuenta de que he dormido con Zayn Malik y me daría cabezazos contra la pared. ¿Cuánto habría dado por estar consciente y verlo dormir? Verlo vulnerable. Me cuesta imaginarlo.
Recorremos el pasillo en silencio hasta el ascensor. Mientras esperamos, levanto un instante la cabeza hacia él, que está tecleando cosas en el celular mirando una hoja de papel que tiene en la mano derecha. Supongo que hace negocios. Vaya, ese hombre nunca para. Supongo no que ayer a la noche le quite su tiempo... Sonrío y él frunce los labios. Llega el ascensor y entramos. Estamos solos. De pronto, por alguna inexplicable razón, probablemente por estar tan cerca en un lugar tan reducido, la atmósfera entre nosotros cambia. Se me acelera la respiración y el corazón me late a toda prisa. Gira un poco la cara hacia mí con ojos totalmente impenetrables. Me muerdo el labio.

-A la mierda el papeleo-brama. Se abalanza sobre mí y me empuja contra la pared del ascensor. Antes de que me dé cuenta, me sujeta las dos muñecas con una mano, me las levanta por encima de la cabeza y me inmoviliza contra la pared con las caderas. Madre mía. Con la otra mano me agarra del pelo, tira hacia abajo para levantarme la cara y pega sus labios a los míos. Casi me hace daño. Gimo, lo que le permite aprovechar la ocasión para meterme la lengua y recorrerme la boca con experta pericia. Nunca me han besado así. Levanta la mano y me agarra la mandíbula para que no mueva la cara. Estoy indefensa, con las manos unidas por encima de la cabeza, la cara sujeta y sus caderas inmovilizándome.
-Eres… tan…dulce-murmura entrecortadamente. El ascensor se detiene, se abre la puerta, y en un abrir y cerrar de ojos me suelta y se aparta de mí. Tres hombres trajeados nos miran y entran sonriéndose. Me late el corazón a toda prisa. Me siento como si hubiera subido corriendo por una gran pendiente. Quiero inclinarme y sujetarme las rodillas, pero sería demasiado obvio. Lo miro. Parece absolutamente tranquilo, como si hubiera estado haciendo el crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. ¿No le afecta lo más mínimo mi presencia? Me mira de reojo y deja escapar un ligero suspiro. Vale, le afecta.