Mikayla Jackson

Mikayla, es una adolescente Argentina, cantante, compositora, cantautora, escritora, youtuber, bailarina, guitarrista, pianista, violinista, diseñadora de moda, productora, estilista, pintora, aditora, y dueña de multiples organizaciones

domingo, 30 de junio de 2019

capitulo 1, 2 y 3


Parte 1: Fragmentos de mi diario íntimo.
15 de diciembre, 2017.
Hay un estilo de enamoramiento apabullante: el flechazo. Tú lo ves desde el otro lado de una habitación atestada de gente, vuestros ojos se encuentran y a ti te inunda ese estremecimiento. Cuando él está cerca de ti empiezan a sudarte las manos; el corazón se te acelera; parece que todo cobrara vida en tu cuerpo.
Es el sueño de la felicidad, de la realización sexual, de la plenitud. Ese es el hombre que sabrá apreciarte y comprenderte. Sólo estar junto a él es emocionante, maravilloso. Y cuando todo eso sucede, arrasa contigo. Es lo que solemos llamar amor romántico.

Estaba muerta de nervios. Mis piernas y manos temblaban. Estaba al lado de uno de los hombres más ricos, guapos, y famosos del mundo. No sabía que esperarme de ese día.
¿Sería amable? ¿No tendría mínimo interés en mí? ¿Sería arrogante? ¿Qué estaría esperando él de aquel día? Es una pregunta que aún me encuentro haciéndome una y otra vez.
Entramos a una cafetería que estaba bajo una escultura de Sullyvan, de Monster inc. No imaginaba nada más romántico que conocerlo dentro de un parque de atracciones-véase el sarcasmo-.
-¿Por qué no eliges una mesa mientras voy a pedir? ¿Qué quieres tomar? - me pregunta, educado, pero seco.
-Tomaré… eh… un jugo de naranja -Alza las cejas.
- ¿No quieres un café?
-No me gusta demasiado el café.
-Muy bien- y se dirige a la barra sin una palabra más. Levanto un poco la vista y lo miro furtivamente mientras espera en la cola a que le sirvan. Podría pasarme el día mirándolo… en las pocas palabras que habíamos intercambiado, se había mostrado amable, bastante diría yo. Pero aun así no era el tipo que veía en entrevistas, o videos. No parecía ser tan risueño. Supongo que solo hace esto porque se obligado. Tenía que intentar acercarme más a él. ¿De qué podría hablarle? ¿Si le molestaba mucho pensaría que soy insoportable? ¿Por qué me preocupaba tanto si el siquiera debía de haberle cruzado yo por la mente? No me gusta el rumbo que están tomando mis caprichosos pensamientos.

-Un dólar por sus pensamientos- Zayn ha vuelto y me mira fijamente. Me pongo colorada. Solo estaba pensando en qué carajo podía hacer para que este día no sea completamente incómodo. Niego con la cabeza.
-Pareces nerviosa cuando estás con hombres- Maldita sea, es algo personal. Solo me pongo nerviosa con, casi todo el mundo.
-Pues, esto me resulta algo intimidante- Me pongo colorada, pero mentalmente me doy palmaditas en la espalda por mi sinceridad y vuelvo a contemplarme las manos. Lo oigo respirar profundamente.
-De modo que te resulto intimidante -me contesta asintiendo-eres muy sincera. Vamos, no bajes la cabeza, por favor. Me gustaría verte a la cara-Lo miro y me dedica una sonrisa alentadora, aunque irónica. Supongo que estaba acostumbrado a niñatas tontas como yo. Solo trataba de ser amable, pero no lo era, lo presiento.
-Eso me da alguna pista de lo que puede estar pensando -me dice- Eres un misterio, Mikayla. -¿Un misterio? ¿Yo? No puedo evitar reírme irónica.
-No tengo nada de misteriosa.
-No misteriosa, contenida, quizá -murmura. ¿De verdad? Uau… ¿cómo lo consigo? Es increíble. ¿Yo, contenida? Imposible. -Menos cuando se ruboriza, claro, cosa que hace a menudo. Me gustaría saber por qué se ha ruborizado-Se mete un trozo de magdalena en la boca y empieza a masticarlo despacio, sin apartar los ojos de mí. Y, como no podía ser de otra manera, me ruborizo. ¡Mierda!

-¿Siempre haces comentarios tan personales? - supongo que con ese comentario estaba esperando algo así como “No me había dado cuenta de que fuera personal. ¿La he ofendido?” pero lo que conseguí fue…
-créeme que podría ponerme más personal -genial, los temblores comenzaron otra vez.
-Y tú eres un poco arrogante- Alza una ceja y, si no me equivoco, también él se ruboriza ligeramente.
-Suelo hacer las cosas a mi manera, Mikayla -murmura- es todo.
No lo dudo. Me sorprende mi osadía. ¿Por qué la conversación se pone tan seria? Las cosas no están yendo como pensaba. No puedo creerme que esté mostrándome tan hostil hacia él. Como si él intentara advertirme de algo.
-¿eres hija única? -me pregunta. Vaya… Ahora cambia de conversación.
-No hace 4 años-sonríe.
-sí, me olvidaba, creo que leí algo de eso en tu carta.- carraspeo la garganta-Hábleme de sus padres.
¿Por qué quiere saber cosas de mis padres? Es muy aburrido.
-¿Por qué mis padres? Es un raro tema de conversación-volvió a sonreír.
-una manera de hacer la conversación más personal-toma su taza de té-lo lamento. Estoy acostumbrado a tratar con gente de la empresa, ases bajo la manga cuando tienes que entrevistar a alguien-levante mi ceja.
-¿así que intentas entrevistarme?-baja su taza y esta vez, es el quien levanta una ceja-mis padres viven juntos en una provincia poco lejos de aquí. Ella es secretaria de un médico, y mi papa tiene una empresa de limpieza. Ambos tienen 38, y no se me ocurre que más decir.
-vaya son jóvenes-dijo el sonriendo.
-sí, me lo dicen usualmente.
-déjame ver si entendí. Si no me equivoco, te tuvieron cerca de los 19 años, y ¿aún siguen juntos?-asentí-vaya, yo ni siquiera puedo recordar a veces cuando mis padres estaban juntos-sonríe, pero creo que logro ver algo de tristeza en aquella sonrisa.
-no sabía que tus padres estaban separados.
-si bueno, ya era hora, supongo-rió bajo y volvió a beber su taza.
-Ahora cuéntame de tus padres -le pido. Se encoge de hombros.
-Mi padre es abogado, y mi madre, bueno, digamos modelo. Mi madre vive en Seattle y mi padre, pues, creo que ahora debe estar por Francia-Ha crecido en una familia acomodada. Pienso en una exitosa pareja que tiene a tres niños, y uno de ellos llega a ser un hombre guapo que se mete en el mundo de los negocios y lo conquista sin ayuda de nadie.
-Me han dicho que París es preciosa -me encojo de hombros. Parece un poco cohibido hablando de sus padres, así que solo cambio el tema.
-yo solo creo que está sobrevalorada-ahí está otra vez ese fuego arrogante- ¿Has estado? -me pregunta olvidando su enojo.
-Nunca he salido de Argentina.
-¿te gustaría ir?
-¿A París? ¿A quién no le gustaría ir a París?-él sonríe.
Tiene una bonita sonrisa.
-¿sabes por qué estás aquí, Mikayla?-me pregunta de repente él. ¿A qué se refiere?
-¿Por qué gane un concurso?-digo algo confusa, sonríe de lado.
-estas aquí porque te elegí. Me gusto tu carta-me dice directo. Joder, empiezo a sudar.
-vaya, yo creía que eso era pura organización, y que no habías leído ni una carta-esta vez ríe, y cada sonido que sale de su boca me embriaga.
-se te notaba bastante directa. Casi que criticando todo, pero bastante sencilla. Soy un hombre de negocios, supongo que me dedico a analizar a las personas. Y me gusta decir que no me has decepcionado.
21 de diciembre, 2017.
Uf, todo daba vueltas.
Al final, conocer a Zayn había sido un éxito, completo. Me sorprendieron mis nuevas capacidades de sociabilización.
A la noche del primer día, fuimos al bar de su hotel y tomamos un par de bebidas, más que un par. Y fue la primera vez que me emborrache.
La cabeza me daba vueltas. Tuve que agarrarme al respaldo de la silla. Los cócteles con tequila no son una buena idea.
Nos reímos, bailamos, y cuando él se va buscar más copas, siento que las que ya tengo dentro de mi sistema hacen efecto.
Mierda. Antes de poder decir nada, siento una arcada y me inclino hacia delante. Mi cuerpo no puede seguir tolerando el alcohol y vomito en el suelo aparatosamente.
Zayn me sujeta el pelo, me lo aparta de la cara y suavemente me lleva hacia un parterre al fondo del aparcamiento.
Observo agradecida que está relativamente oscuro.
-Si vas a volver a vomitar, hazlo aquí. Yo te agarro.
Ha pasado un brazo por encima de mis hombros, y con la otra mano me sujeta el pelo, como si quisiera hacerme una coleta, para que no se me vaya a la cara. Intento apartarlo torpemente, pero vuelvo a vomitar… y otra vez. Oh, mierda… ¿Cuánto va a durar esto? Aunque tengo el estómago vacío y no sale nada, espantosas arcadas me sacuden el cuerpo. Me prometo a mí misma que jamás volveré a beber. Es demasiado vergonzoso para explicarlo. Por fin dejo de sentir arcadas.
Debe de ser el peor momento de mi vida. La cabeza sigue dándome vueltas mientras intento recordar un momento peor. Me arriesgo a lanzarle una rápida mirada. Me observa fijamente con semblante sereno, inexpresivo.
Mierda, mierda. ¿Qué puedo decirle? Puedo disculparme por haberle estropeado la noche.
-Lo siento-susurro mirando fijamente al suelo.
-¿Qué sientes, Mikayla?
Maldita sea, quiere su recompensa.
-Sobre todo. Estar molestándote. Estar mareada. Uf, la lista es interminable-murmuro sintiendo que me pongo roja. Por favor, por favor, que me muera ahora mismo.
-A todos nos ha pasado alguna vez, quizá no de manera tan dramática como a ti-me contesta secamente-supongo que no soy quien para regañarte por estar borracha, porque solo estas borracha, ¿no es así?-asiento rápidamente cuando dice aquello, su semblante se relaja.
De verdad que no entiendo por qué está aquí. Empiezo a marearme. Se da cuenta, me agarra antes de que me caiga, me levanta y me apoya contra su pecho, como si fuera una niña. Prácticamente para él, lo era.
-Vamos, te llevaré a la habitación-murmura e instantáneamente me pongo nerviosa y niego con la cabeza.
¿A qué se refería con llevarme a su habitación? No estaba planeado nuca que pasaríamos más de un día juntos, ni que durmiera con él.
-¿Has traído chaqueta o bolso?
-Sí, las dos cosas. Zayn, por favor, estoy bien, solo...-no me deja terminar y entra a la barra aun conmigo en brazos.
Me siento débil, todavía borracha, incómoda, agotada, avergonzada y, por extraño que parezca, encantada de la vida.
Cuando logre mantenerme en pie, cogí mi chaqueta.  Me doy vuelta, Zayn está apoyado en el marco de una puerta a un metro de mí con la mirada intranquila.
Qué autoritario. Se pasa la mano por el pelo rebelde. Parece nervioso, enfadado. ¿Qué le pasa aparte de que tenga que cargar con una niña estúpida y borracha?
Zayn era uno de esos hombres para quienes la descripción de “buen mozo” es inadecuada y que solo puede llamarse hermoso.  Desde que lo conocí me lo pase viéndolo cantar y reír, con una pasión reverente que, más prosaicamente, ante la vista de cualquier mujer podría traducirse como “este es para mí”.
22 de diciembre, 2017.
Todo está en silencio, con las luces apagadas. Estoy muy cómoda y calentita en esta cama. Qué bien… Abro los ojos, y por un momento estoy tranquila y serena, disfrutando del entorno, que no conozco. No tengo ni idea de dónde estoy.
El cabezal de la cama tiene la forma de un sol enorme. Me resulta extrañamente familiar. La habitación es grande y está lujosamente decorada en tonos marrones, dorados y rojos. La he visto antes. ¿Dónde? Mi ofuscado cerebro busca entre sus recuerdos recientes. ¡Maldita sea! Estoy en el hotel Malik… en una suite.
Estoy en la suite de Zayn Malik. ¿Cómo he llegado hasta aquí?
Poco a poco empiezan a torturarme imágenes fragmentarias de la noche. La borrachera -oh, no, la borrachera-, la vomitera -oh, no, la vomitera.
No recuerdo cómo he llegado aquí. Llevo puesta la camiseta, el sujetador y las bragas. Ni calcetines ni vaqueros. Maldita sea.
Echo un vistazo a la mesita de noche. Hay un vaso de zumo de naranja y dos pastillas. Con el cartel de “bébeme” Ibuprofeno. El obseso del control está en todo. Me incorporo en la cama y me tomo las pastillas. La verdad es que no me siento tan mal, seguramente mucho mejor de lo que merezco
Oigo unos golpes en la puerta. El corazón me da un brinco y no me sale la voz, pero aun así Zayn abre la puerta y entra.
Vaya, ha estado haciendo ejercicio. Lleva unos pantalones de chándal grises que le caen ligeramente sobre las caderas y una camiseta gris de tirantes empapada en sudor, como su pelo. Me siento como una niña de dos años. Si cierro los ojos, no estoy.
-Buenos días, Mikayla. ¿Cómo te encuentras?
-Mejor de lo que merezco-murmuro-¿Cómo he llegado hasta aquí?-le pregunto en voz baja, compungida.
Se sienta a un lado de la cama. Está tan cerca de mí que podría tocarlo, podría olerlo. Madre mía… Sudor, gel y Zayn. Un cóctel embriagador, mucho mejor que el margarita, y ahora lo sé por experiencia.
-Después de que te desmayaras no quise poner en peligro la tapicería de piel de mi coche llevándote a otro lugar, así que te traje aquí-me contesta sin inmutarse.
-¿Me metiste tú en la cama?
-Sí-me contesta impasible.
-¿Volví a vomitar?-le pregunto en voz más baja.
-No.
-¿Me quitaste la ropa?-susurro.
-Sí.
Me mira alzando una ceja y me pongo más roja que nunca.
-¿No habremos…?
Lo digo susurrando, con la boca seca de vergüenza, pero no puedo terminar la frase. Me miro las manos.
-Mikayla, estabas casi en coma. La necrofilia no es lo mío-me contesta secamente.
-Lo siento mucho.
Sus labios esbozan una sonrisa burlona.
-Fue una noche muy divertida. Tardaré en olvidarla.
Yo también… Oh, está riéndose de mí, el muy… Yo no le pedí que viniera a buscarme. No entiendo por qué tengo que acabar sintiéndome la mala de la película.
-¿Cenaste ayer?
Su tono es acusador. Niego con la cabeza. ¿Qué gran pecado he cometido ahora? Se le tensa la mandíbula, pero su rostro sigue impasible.
-Tienes que comer. Por eso te pusiste tan mal. De verdad, es la primera norma cuando bebes.
Se pasa la mano por el pelo, pero ahora porque está muy nervioso.
-¿Vas a seguir riñéndome?
-¿Estoy riñéndote?
-Creo que sí.
-Tienes suerte de que solo te riña.
-¿Qué quieres decir?
-Bueno, si fueras mía, después del numerito que montaste ayer no podrías sentarte en una semana.
Lo miro con expresión ceñuda. ¿Qué le pasa? ¿A él qué le importa? Si fuera suya… Bueno, pues no lo soy. Aunque quizá me gustaría serlo. La idea se abre camino entre mi enfado por sus arrogantes palabras. Pero esperen, ¿a qué se refería estrictamente con “ser suya”?
Antes de seguir pensado, veo como en la mesita de luz hay dos sándwiches calientes, tomo uno y lo muerdo. Supongo que si me los dejo al pie de la cama, no le importa que coma allí.
El me mira por unos segundos más. De repente, apoya sus manos sobre la cama y se abalanza hacia mí. Se detiene centímetros de mi cara, mira mis manos, y muerde el sándwich que acababa de sacarme de la boca.
-Voy a ducharme. Termina el desayuno-me susurro.
Joder contigo, Zayn Malik.
Él sabía perfectamente que su cercanía me ponía nerviosa, y lo aprovechaba lo mejor que podía.
Se mete en el cuarto de baño y cierra la puerta. Suelto el aire que he estado reteniendo. ¿Por qué es tan alucinantemente atractivo? Ahora mismo me metería en la ducha con él. Nunca había sentido algo así por nadie.
Me tumbo sobre las suaves almohadas de plumas. Si fueras mía… Ay, ¿qué estaría dispuesta a hacer para ser suya? Luego de unos minutos salgo de su cama y busco frenéticamente mis vaqueros. Se abre la puerta del cuarto de baño y aparece él, mojado y resplandeciente por la ducha, todavía sin afeitar, con una toalla alrededor de la cintura, y ahí estoy y o… en bragas, mirándolo boquiabierta y sintiéndome muy incómoda. Le sorprende verme levantada.
-Si estás buscando tus vaqueros, los he mandado a la lavandería-me dice con una mirada impenetrable-Estaban salpicados de vómito.
-Ah.
Me pongo roja. ¿Por qué demonios tiene siempre que pillarme descolocada?
-He mandado a mi chofer a comprar otros y unas zapatillas de deporte. Están en esa bolsa.
Ropa limpia. Un plus inesperado.
-Bueno… Voy a ducharme-musito-Gracias.
¿Qué otra cosa puedo decir? Cojo la bolsa y entro corriendo en el cuarto de baño para alejarme de la perturbadora proximidad de Zayn desnudo.
Luego de bañarme, me visto rápidamente. La ropa me quedo perfecta, que escalofriante que hayan dado en mi talla.
-Este color te sienta muy bien-es lo primero que me dice cuando salgo a la habitación.
Me ruborizo y me miró fijamente los dedos.
-¿Sabes? Deberías aprender a encajar los piropos-me dice en tono fustigador.
-Debería darte algo de dinero por la ropa.
Me mira como si estuviera ofendiéndolo. Sigo hablando.
-no quiero que me vengas con modales-frunció el ceño.
-No se trata de eso. ¿Por qué tendrías que comprarme esta ropa?
-Porque puedo.
Sus ojos despiden un destello malicioso.
-El hecho de que puedas no implica que debas-le respondo tranquilamente.
Me mira alzando una ceja, con ojos brillantes, y de repente me da la sensación de que estamos hablando de otra cosa, pero no sé de qué.
-¿Está riéndose de mí, señorita Jackson?- Ladea la cabeza y creo que parece divertido, pero es difícil saberlo. Me ruborizo y desvío la mirada. No puedo mirarlo a los ojos cuando habla en ese tono. -Me gustaría morder ese labio-susurra turbadoramente. No soy consciente de que estoy mordiéndome el labio inferior. Tras un leve respingo, me quedo boquiabierta. Es lo más sexy que me han dicho nunca. El corazón me late a toda velocidad y creo que estoy jadeando. Dios mío, estoy temblando, totalmente perdida, y ni siquiera me ha tocado. Me remuevo en la silla y busco su impenetrable mirada.
-¿Por qué no lo haces?-le desafío en voz baja. Él sonríe de lado.
-no creo que quieras jugar con fuego, Mikayla- coge su chaqueta.  Sale de la habitación no sin antes ordenarme que lo siguiera.
-¿Dónde has dormido?-Me giro para mirarlo. Y romper el silencio que había entre nosotros dirigiéndonos hacia lo que parecía ser el ascensor.
-En mi cama -me responde, de nuevo con mirada impasible.
-Oh.
-Sí, para mí también ha sido toda una novedad -me dice sonriendo. -Dormir con una mujer… sin sexo.
Sí, dijo « sexo». Y me ruborizo, por supuesto.
Es la persona más enigmática que he conocido nunca. Caigo en la cuenta de que he dormido con Zayn Malik y me daría cabezazos contra la pared. ¿Cuánto habría dado por estar consciente y verlo dormir? Verlo vulnerable. Me cuesta imaginarlo.
Recorremos el pasillo en silencio hasta el ascensor. Mientras esperamos, levanto un instante la cabeza hacia él, que está tecleando cosas en el celular mirando una hoja de papel que tiene en la mano derecha. Supongo que hace negocios. Vaya, ese hombre nunca para. Supongo no que ayer a la noche le quite su tiempo... Sonrío y él frunce los labios. Llega el ascensor y entramos. Estamos solos. De pronto, por alguna inexplicable razón, probablemente por estar tan cerca en un lugar tan reducido, la atmósfera entre nosotros cambia. Se me acelera la respiración y el corazón me late a toda prisa. Gira un poco la cara hacia mí con ojos totalmente impenetrables. Me muerdo el labio.

-A la mierda el papeleo-brama. Se abalanza sobre mí y me empuja contra la pared del ascensor. Antes de que me dé cuenta, me sujeta las dos muñecas con una mano, me las levanta por encima de la cabeza y me inmoviliza contra la pared con las caderas. Madre mía. Con la otra mano me agarra del pelo, tira hacia abajo para levantarme la cara y pega sus labios a los míos. Casi me hace daño. Gimo, lo que le permite aprovechar la ocasión para meterme la lengua y recorrerme la boca con experta pericia. Nunca me han besado así. Levanta la mano y me agarra la mandíbula para que no mueva la cara. Estoy indefensa, con las manos unidas por encima de la cabeza, la cara sujeta y sus caderas inmovilizándome.
-Eres… tan…dulce-murmura entrecortadamente. El ascensor se detiene, se abre la puerta, y en un abrir y cerrar de ojos me suelta y se aparta de mí. Tres hombres trajeados nos miran y entran sonriéndose. Me late el corazón a toda prisa. Me siento como si hubiera subido corriendo por una gran pendiente. Quiero inclinarme y sujetarme las rodillas, pero sería demasiado obvio. Lo miro. Parece absolutamente tranquilo, como si hubiera estado haciendo el crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. ¿No le afecta lo más mínimo mi presencia? Me mira de reojo y deja escapar un ligero suspiro. Vale, le afecta.

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