Mi boca no se ha callado sobre ti desde que la
besaste. La idea de que puedas besarla de nuevo está atrapada en mi cerebro,
que no ha dejado de pensar en ti desde antes de cualquier beso.
Y ahora la
perspectiva de esos besos me parece como cuando te deslizas por las escaleras y
uno de los pasos te golpea en el medio de la espalda. La noción de que
continúen por lo que tradicionalmente es aterrador siempre me excita a un grado
desconocido.
Mi amor me ha hecho
egoísta. No puedo existir sin ti – Soy olvidadizo cuando se trata de ver de
nuevo cualquier cosa que no seas tú – mi vida parece detenerse aquí – No puedo
ver más allá. Me has absorbido. Ahora mismo tengo la sensación de que me estaba
disolviendo – Debería ser exquisitamente miserable sin la esperanza de volverte
a ver pronto. Debería estar asustado de alejarme de ti.
Mis ojos ciegos están
esperando desesperadamente una visión tuya. No te das cuenta por supuesto, lo
fascinantemente bella que siempre has sido, y cómo extraña y peligrosamente has
adquirido y añadido una belleza especial.
Yo
no creo en un Dios intervencionista, y se que tu tampoco. Pero si lo hiciera,
me arrodillaría y le pediría que no interviniera en lo concerniente a ti, que
no tocara un pelo de tu cabeza, que te dejara tal como eres, y que si sintiera
que tiene que dirigirte, entonces te dirigiera a mis brazos.
Amo la textura de te piel, el sabor de tus labios, amo
cada destrozado aspecto de tu cuerpo, desde tus tacones altos, tus hermosas
curvas, hasta tu expecional y siempre colorido cabello. Amo cada dura parte de
tu mente, desde tus pensameintos a tus intensos odios. Y con cada uno, siento
que te necesito en mi vida para estar completo, y solo espero, que tu me
necesites también.
Yo
llore, ¿ustedes?
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